¿Por qué la felicidad no es eterna? ¿Por qué sólo dura momentos? ¿Por qué es tan esporádica? Cuando sentía que todo estaba saliendo bien, que tocaba el cielo con las manos, de nuevo se desmoronó todo. Un huracán irrumpió en mi ciudad, dejando en ruinas todo lo que había construido. Tengo ganas de llorar. Sé que puede sonar muy inmaduro de mi parte, pero quiero llorar. Llorar hasta que no queden lágrimas. Me siento sola. Sé que están mis amigos y que van a estar siempre para hacerme reír y reírse de todas las incoherencias que digo cuando estamos juntos. Pero este sentimiento de soledad va más allá de la amistad. Hace mucho tiempo que estoy sola. Y no aguanto más. La soltería es una etapa muy linda, lo sé. Pero la soledad comienza a desesperar. Me desespera no tener alguien con quién compartir todo lo que me pasa, salir a caminar juntos, pasar la tarde en una plaza, dormir abrazados, pelearnos por motivos infundados, volver a estar juntos. Me desespera no tener a quién dedicar canciones, quién abrazar cuando tengo miedo y decirle al oído que no se vaya, que lo necesito. No sé si quiero un novio, nunca fui amiga de los rótulas y las etiquetas. Un algo, prefiero llamarlo así. ¿Es mucho lo qué pido?

Tengo mucho para decir, pero no sé, me da tanta paja escribir todo. Tengo mucho sueño y el solo hecho de pensar que mañana me tengo que levantar temprano para ir a trabajar, me da mucha más paja todavía. Cómo quisiera tener un fin de semana completo para mí. Viernes, Sábado, Domingo, y si no es mucho pedir, un Osvaldo nunca nos vendría mal. No sé, yo pienso que deberíamos planteárselo a doña Cristina, con lo mucho que le gustan los feriados puente, lo implementaría sin pensarlo dos veces (si es que piensa). Bueno no sé por qué salté con este tema. Será por qué estaba viendo el noticiero y dijeron que van a quitar todos los subsidios a dependencias del gobierno porteño. Y, de algún lado tenían que conseguir fondos para pagar los planes a los negros vagos. País generoso.

Puedo estar rodeada de un millón de personas y aún así sentirme sola. Y eso es lo que me pasa últimamente, me siento sola. Sola y con ganas de llorar. Sentimiento de vacío. Tristeza. Soledad. Tengo ganas de hablarte, de decirte que te extraño. Tengo ganas de poder estar con vos en este momento tan importante. Y no puedo, no me animo a decirte todo lo que siento. El que no arriesga no gana, dicen. El que arriesga, puede morir de amor, contesto.

Y nunca vas a llegar a sentir ni la cuarta parte de lo que siento. Sólo soy una más en la lista de tus conquistas interminables. Y lo peor es que trato de convencerme que sos distinto a los demás. ESTÚPIDA.

Domingo. Me levanté a las seis de la mañana y me fui a correr. Corrí, corrí, corrí. Pensé en todo lo que me está pasando y en las decisiones que debo tomar. Me despejé. Regresé a casa y desayuné café con leche, tostadas con queso crema y jugo de naranjas. Ordené mi cuarto. Me puse al día con la facultad y terminé de hacer todas las guías de problemas (hasta la número quince, inclusive). Me conecté a facebook, hablé con el chico más lindo y me invitó a salir. Domingo ideal.

Sí leíste todo lo anterior, fue en vano. Son las diez y cuarto de la mañana, me levanté hace diez minutos. Y acá estoy, escuchando Serú Girán, haciendo pulseras y comiendo galletas de avena y manzanas. Y no pienso hacer más que eso en todo el día. Relax, take it easy.

Hay días felices. Días grises, soleados o inestables. Días en los que tenés ganas de gritar que sos feliz y días en los que quisieras cavar un pozo, meterte adentro y no salir más, nunca más. Y bueno, hoy es uno de esos días. Es increíble el talento que tengo para arruinar las cosas, la máquina de cometer errores y meter la pata que resulto ser. Pero si sos una genia Alejandra, quédate tranquila que en el arte de ser pelotuda nadie te quita el título. Dios mio. Ni una nota coherente puede hacer. En fin, me voy a dormir que es lo único que hasta ahora (toco madera) me sale bien.

Lindo domingo. Comí como si hubiera llevado una semana de ayunas. Que pollo a la parrilla, que tarta de frutillas. Así voy a quedar. Debería empezar el gym, debería. No sé, esto de la facultad, trabajar all day e inglés me están consumiendo todo el tiempo libre. Pero empieza el verano, musculosas, shorts, polleras. Época del año en que una aprovecha a mostrar todo lo que tiene o no. Y no soy la excepción. Olvidate, mañana empiezo el gym, la dieta y dale que va. Tengo sueño. No hice nada de la facultad, como de costumbre. Lo extraño. Tengo ganas de mandar a la mierda al chabón que me está hablando en este mismo momento vía chat de facebook. Y no, no lo hago. ¿Por qué me cuesta tanto decir que no? Soy una idiota. Qué noticia, já. Me voy a dormir. Es temprano. Desvarío.

Días inestables, grises, nublados, lluviosos, húmedos. Días que no favorecen ni mi humor ni mi autoestima. Días que quiero que pasen rápido, lo más rápido posible. Me pregunto ¿dónde estás primavera? Te extrañamos.

A partir de hoy prometo no hablarte, no buscarte, no desearte. Prometo no ilusionarme más, no mantener las expectativas tan altas. Prometo no extrañarte (al menos no tanto). Prometo no buscarte, no más, NUNCA MÁS.

Qué hermoso fin de semana, la verdad. Cabe aclarar que prevalece la ironía, of course. A la mañana rendí el primer parcial de química y me fue para el orto, sí. Con suerte llego a un dos. Salgo de rendir, voy a mitad de cuadra y veo el colectivo en la esquina. Corro. Sí, me vió. No, no me vio un choto, el muy puto cerró la puerta y arrancó nomás. Un genio, la verdad. Media hora de espera hasta que al fin se dignó a aparecer otro medio de transporte. Hasta las manos. Subo, pongo la tarjeta (odio utilizar eso verbo, pero el otro que se me ocurre para describir la acción tiene una extremada connotación sexual, créanme) y la muy forra marca error. Fuck. Espero a que los demás pasajeros saquen boleto y me dispongo a sacar las monedas. Y me acuerdo que no tengo monedas como de costumbre. Apenas llegaba a cincuenta centavos. Abro el bolsillo de la cartera y rescaté un par. Van pasando y cuando faltan veinte centavos me quedé sin monedas. Manos en los bolsillos, en la cartera, en el monedero, y nada. No hubo caso. Estaba roja de verguenza. Por suerte el chabón que estaba atrás se apiadó de mí y me dio lo que faltaba. Llego a casa. Me conecto. Estaba tan feliz. Me entero que mañana no salgo. La puta madre, otra vez lo mismo. Y acá estoy, frente a la computadora, odiándome por ser tan idiota e ilusionarme de la nada, odiándolo por ser tan lindo y poderme tanto.

Sabía que no debía mantener mis expectativas TAN altas.

Hace cinco días juré no escribir más sobre mis frustraciones universitarias. Pero las promesas no duran toda la vida (sobre todo si son de amor) y hoy la rompí. Recién acabo de rendir el segundo parcial de química y la verdad que muy bien no fue (para no decir que me fue para el orto). Lo peor es que me la pasé estudiando todo el fin de semana, no salí, casi ni ví a mis amigas, podía resolver los ejercicios. Y hoy, no sé, no me salió nada. Con suerte habré resuelto dos ejercicios bien. Ya me estoy preparando para ver mi tremendo 1. Y a decir verdad me asusta. Nunca (hasta el día de la fecha) había desaprobado un parcial y me va a costar asumirlo. Sé que no es el fin del mundo y que existen los recuperatorios...

pero la sensación de FRUSTRACIÓN no me la quita nadie.

A partir del día de la fecha, 6 de julio de 2011, JURO no utilizar más este blog con el fin de descargar mis frustraciones universitarias.

A ver empecemos. No sé cual es la razón por la que escribo. Hoy no hay motivos especiales, tampoco ganas de escribir. Pero aún así lo hago. Tengo ganas de dejar fluir mi conciencia. ¿Dejar fluir mi conciencia? Prepárense todos entonces, si tuviera que decir todo lo que pienso no se salva nadie. Ojo, mis pensamientos no son malos. De muchas personas pienso muy bien, demasiado bien. Pero de otros, definitivamente no. La gente cambia tanto. Cambia y TE CAMBIA. Primero te dicen que te aman, que te quieren, que sos única en su vida y después si te he visto no me acuerdo. No me refiere a chicos nada más (tampoco son el centro del universo) sino, hablo en general. Y hablando del cambio… no puedo entender por qué muchas personas se dan vuelta como un panqueque. Viste cuando alguien dice: “Yo nunca voy a volver con mi ex”. Bueno, algo así. Nunca digas nunca, diría. En realidad, mejorando la frase, sería: “Nunca digas que no vas a hacer algo, si por dentro te morís de ganas”. Es así, si te morís de ganas (ya sea de volver con tu ex, o no) no digas nunca. Las cosas van y vienen. Y si es no, que sea NO. Que no sea un "no" dubitativo, que no sea un "no" con más tendencias a un sí que a una negación. Porque al final voy a terminar creyendo que no podes sostener una idea ni por dos segundos. Y eso es raro. Que venga de mi parte que soy más inestable que un día de otoño, vaya y pase, pero que venga de vos, me extraña. Me extraña porque fuiste quien me marcó los errores todo el tiempo, quien se quejó de mi falta de madurez, quien me trató como una histérica. Y al final, si las cosas son como decís, voy a terminar pensando que si una persona histérica conozco, sin dudas, sos vos.

(Perdonen la extensión, sólo dejé fluir mi conciencia.)

Estoy de buen humor. No me hago la cabeza con pavadas. No me preocupa comer de más. No me importa salir a la calle de "joggins", buzo y a cara lavada. No tengo noticias del idiota. Me río todo el día con las chicas. Le estoy agarrando la mano a química. Me gustan las botas que me compré. Tengo a los mejores amigos. Cada día me gusta más la carrera que sigo. Mañana veo a una de mis mejores amigas. Este finde salgo a romperla. Sí, estoy donde siempre quise estar.

Tengo que estudiar para química y no tengo ni la más leve ganas de ponerme a leer sobre las configuraciones electrónicas, la fucking teoría atómica y las detestables conversiones de unidades. Me gusta química, pero un domingo a las 04:30 pm, el terrible frío que hace (demasiado para mi gusto) y las nubes, hacen que la ODIE. Cualquier excusa me viene bien para no estudiar: pasar hojas que están en perfectas condiciones, escuchar música depresiva, mirar películas que ví como veinte veces, conectarme al facebook e ir de inicio a perfil, leer lo de inglés, buscar letras de canciones y entretenerme con el zumbido de la primer mosca que pase a mi lado. Creo que el miércoles asisto a mi muerte súbita.

Reconozco que este blog es un asco, que las cosas últimamente no me salen como espero, que no logro escribir algo coherente en los últimos días, que mi autoestima está al borde de llegar al menos infinito, que no entiendo nada de química, que me siento más sola que Ricardo Fort en el día del amigo y que, para empeorar las cosas, estoy de mal humor.