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lunes, 9 de mayo de 2011

A ver empecemos. No sé cual es la razón por la que escribo. Hoy no hay motivos especiales, tampoco ganas de escribir. Pero aún así lo hago. Tengo ganas de dejar fluir mi conciencia. ¿Dejar fluir mi conciencia? Prepárense todos entonces, si tuviera que decir todo lo que pienso no se salva nadie. Ojo, mis pensamientos no son malos. De muchas personas pienso muy bien, demasiado bien. Pero de otros, definitivamente no. La gente cambia tanto. Cambia y TE CAMBIA. Primero te dicen que te aman, que te quieren, que sos única en su vida y después si te he visto no me acuerdo. No me refiere a chicos nada más (tampoco son el centro del universo) sino, hablo en general. Y hablando del cambio… no puedo entender por qué muchas personas se dan vuelta como un panqueque. Viste cuando alguien dice: “Yo nunca voy a volver con mi ex”. Bueno, algo así. Nunca digas nunca, diría. En realidad, mejorando la frase, sería: “Nunca digas que no vas a hacer algo, si por dentro te morís de ganas”. Es así, si te morís de ganas (ya sea de volver con tu ex, o no) no digas nunca. Las cosas van y vienen. Y si es no, que sea NO. Que no sea un "no" dubitativo, que no sea un "no" con más tendencias a un sí que a una negación. Porque al final voy a terminar creyendo que no podes sostener una idea ni por dos segundos. Y eso es raro. Que venga de mi parte que soy más inestable que un día de otoño, vaya y pase, pero que venga de vos, me extraña. Me extraña porque fuiste quien me marcó los errores todo el tiempo, quien se quejó de mi falta de madurez, quien me trató como una histérica. Y al final, si las cosas son como decís, voy a terminar pensando que si una persona histérica conozco, sin dudas, sos vos.

(Perdonen la extensión, sólo dejé fluir mi conciencia.)

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