Hoy puedo decir que estoy FELIZ. Estoy pasando por una de las etapas más lindas de mi vida. Dicen que poder decir adiós es crecer. Y lo confirmé. Pude dejar atrás todo ese pasado que tanto mal me hizo. Dejé de lado todos mis miedos e inseguridades. Disfruto la libertad que tengo. Disfruto de mi familia y amigos. Trato de sobrellevar hasta los malos momentos con una sonrisa, y seguir adelante. Y me encanta. Puedo sentir que crecí, que maduré, que cambié de mil maneras y para bien, que me alejé de todas esas personas que no valen la pena, que ya no me dejo llevar por comentarios pesimistas y egoístas de mis alrededores, que estoy segura de lo que quiero ser, que me encanta la carrera que elegí y así me lleve diez años terminar (y aún más) voy a seguir adelante porque es lo que quiero para mi vida. Porque a pesar de que el camino del futuro es muy incierto y desconocido hoy sé lo que quiero para mi vida. CARPE DIEM.

Otra vez volví a caer en ese pozo tan oscuro y profundo de la soledad. Me siento sola. Muy sola. Tengo miedo. Necesito que me des tu mano, siempre la necesité. No quiero aceptar que te perdí, que no voy a volver  a ser la misma de antes. Las palabras en momentos de ira pueden lastimar mucho, incluso durante años, comprendí. Te extraño, volvé, perdón.

Hay cosas que nunca voy a entender. Y no es un capricho. Traté, pero no pude. Cuando llegas a ese punto en el cual confundís todo, te das cuenta que lo mejor es asumir que "cada loco con su tema" vive en su propia locura, en ese mundo en dónde sólo él, y nadie más que él, puede entenderse. Y no es algo que afirmo al azar, sino que se trata de algo comprobado, empírico. ¿Ejemplos? Yo. ¿Por qué? Porque vivo en una continua locura. Porque comencé escribiendo esto, pensando en vos. Porque, de alguna manera, quería decirte que me cansé de esperarte. Porque NO TE ENTIENDO. Porque NO ME ENTIENDO. Porque no entiendo qué quiero. Porque no sé ni por qué sigo escribiendo al azar. Y porque, a pesar de no entenderte ni entenderme, entiendo que lo mejor es dejarte ir.

Estábamos en el medio de la nada, abrazados. Tu hombro sostenía mi cabeza, tus manos secaban mis lágrimas. Me pediste que no llorara más. Sé que odias las despedidas, yo también. Pero ¿cómo continuar después de todo lo que pasó? dijiste. No comprendí. Nunca pasó nada ¿o sí? Sentí un cosquilleo en la cabeza. ¿Agua? Sí, agua. Lluvia torrencial. Una gotera en el techo, en el medio de mi cama. El gato se acomodó en mis pies. Seguí durmiendo.

Me siento mal, muy mal. Eso me pasa por mantener las expectativas tan altas, por confiar. Pasé el peor fin de semana de mi vida, la peor salida. Fueron veinte minutos de no entender nada, de pensar que todo era parte de un circo. Deseaba que, de pronto, aparecieran la cámaras y vos digas "I´m actor. We´re actors and it´s Distaster Date". Y no. Confusión. Una sensación horrible en el pecho. Ganas de llorar, y reírme para no hacerlo. Luego de eso fueron veinte minutos de llanto. Hasta que dije BASTA. Mirá Alejandra, tenés veintiún años y no podes ponerte a llorar como una pelotuda en el baño de un boliche. No podés arruinar todo el maquillaje. No dá. Igual lloré. Me sequé las lágrimas con un pañuelito de papel que me dió la señora que cuida los baños (le habré dado lástima) y salí. Traté de reponerme. Y la verdad que no pude, todo el tiempo pensaba en los minutos del orto que tuve que pasar y en mis ganas de salir corriendo, meterme bajo las sábanas y dormir. Todavía no puedo entender por qué me hiciste esto, por qué siempre me pasa lo mismo, por qué todos me fallan y por qué son todos unos forros de mierda. Bah, no todos. Pero en este momento pienso eso. Y estoy escuchando "Calling all angels " y mis ganas de llorar se multiplican. Y nada, gracias por hacer que abra los ojos y me de cuenta que no te intereso ni en lo más mínimo. GAME OVER.